lunes, 19 de noviembre de 2012

De viaje


Un libro no te cambia la vida. Unas ideas acertadas puestas en papel con un poco de estilo e intención de motivar pueden actuar como un imán: al moverse con suavidad por encima de una superficie donde se encuentran desperdigadas virutas de material con carga magnética, las va recogiendo, agrupándolas, hasta que se juntan y toman forma.

Reinventarse” es uno de esos imanes. No hace falta explicar sobre lo que habla, el título lo dice todo. Lo importante es cómo lo dice. En mi caso, vino a apuntalar una decisión que ya estaba tomada. Fue un regalo de los de verdad, de los que está bien pensado por parte de quien lo hace, que llega en el momento perfecto y que dejan una profunda huella en quien lo recibe.

Creo que es interesante leerlo como en mi caso: después de una gran crisis.

La profundidad de una crisis es directamente proporcional a la altura del pico desde el que caemos.

En ocasiones la caída no es fortuita. A veces saltamos conscientemente, pero resulta ser a destiempo, sin haber medido con exactitud y nos vemos precipitados en el abismo. O pensando que tenemos la espalda protegida por un paracaídas que no llega a abrirse pese a nuestros intentos desesperados. Otras, la fuerza del viento nos coge desprevenidos, nos arrastra… y nos hace caer rodando y rodando, sin poder frenar. Golpeándonos, estrellándonos. Aunque intentemos agarrarnos a cualquier saliente que se nos ofrezca sólo conseguimos arañarnos y magullarnos más.

Hoy he oído hablar de crisis, de preguntas, de caminantes. Estaba en una jornada de homenaje a las pymes y hablaban de la crisis económica, claro. Y del papel de las pequeñas y medianas empresas, de sus actitudes para salir de ella. Uno de los ponentes, el exministro Pimentel, decía que se puede ser un zombie (que deambula sin rumbo), un turista (que aprovecha la belleza del lugar en el que está pero está más preocupado por el instante, por la foto, que por cualquier otra cosa) o un viajero. El caminante que tiene una meta, y va descubriendo y disfrutando de todo lo que descubre a cada paso que da para llegar a ella.

Entonces he pensado que era el momento perfecto para recuperar un pedacito de post que tenía a medias e integrarlo aquí.

Cuántas veces nos habremos preguntado qué haríamos si tuviéramos la oportunidad de empezar otra vez. Dicho de otra manera… “Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?” de Steve Jobs. O ,en palabras de Mario Alonso Puig, “¿Qué te atreverías a hacer si supieras que no puedes fallar?”

Tal vez si en aquel momento hubiese conocido el Manifiesto Holstee hubiese sido más fácil... el caso es que con toda su dificultad tomé una decisión. Y no de forma inmediata, pero sí algún tiempo después, además me di cuenta de que tenía esa oportunidad ante mí. Ese día me convertí en viajera. O tal vez ya lo era y no lo sabía... puede que para encontrar esa oportunidad fuera necesario haber dado determinados pasos antes.

Empecé a hacer la maleta sin saber muy bien hacia dónde me dirigía. Así es difícil hacer un equipaje. Es complicado elegir qué meter y qué dejar... Se acumula tanto… y todo tiene valor. Nunca tiro nada, a todo le tengo apego. Pero si el equipaje pesa demasiado el camino se hace mucho más duro. Y aprendiendo, siempre aprendiendo… he aprendido que sólo puedo con lo que puedo.

Poco a poco, las formas borrosas de ese destino que estaba tan difuso se han ido definiendo. Hoy parece una meta. Sé que cuando llegue se convertirá en un nuevo punto de partida. Lo bueno es que sé más o menos lo que va a durar el viaje. Y que al fin sé qué meter en la maleta.




NOTA FINAL. Hay días en que se disfruta especialmente del camino. Hoy, por ejemplo. Sin esperarlo he tenido una excelente compañía y, he visto a Mario Alonso Puig cerrando la jornada con su ponencia. Incluso he podido cruzar unas palabras con él. Debo decir que me gusta aún más que antes. Hay que ser muy grande para ponerse en seiza (de rodillas) en un escenario frente a unas mil personas mientras ilustras un mensaje trascendental con una anécdota de tu infancia como judoca. No sabía que sus libros estarían disponibles para la compra y él dedicaría un rato a firmar. Pero yo llevaba mi “Reinventarse” usado, subrayado, comentado… que es mi manera de dar vida a los libros que me llegan. Por si me lo cruzaba por algún pasillo... 
Ya lo tengo doblemente dedicado. 

1 comentario:

  1. Un libro no te cambia la vida?... La vida te hace entender un libro de tantas maneras y que ciertas sensaciones tengan sentido, que te gustaría pegar al escritor por no escribirlo antes... pero claro, en otro momento, quizás no lo hubieras entendido. En un libro, como en la vida, hay que identificar qué parte se refleja y cual se proyecta... Es lo bonito que tiene vivir esta vida: estar dispuesto a aprender por el camino y escribir nuestro propio libro.

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