viernes, 31 de agosto de 2012

Luna Azul (en realidad no)


Hay pocas sensaciones parecidas a las de mirar al cielo por la noche lejos de la contaminación (no sólo lumínica) de Madrid.

Hoy sucede uno de esos fenómenos sobre los cuales se escriben leyendas, historias, incluso inspiran argumentos de pelis infantiles. Dos Lunas llenas en un mismo mes. La de hoy es conocida como Luna Azul. Y yo, ingenua, “por si acaso” se ve realmente de otro color, me voy a verla. Lógicamente, la Luna es la misma Luna de blanco intenso con borrones grises de siempre, si acaso matizados en resplandor por el reflejo de la luz intensa sobre jirones de nube que juegan a su alrededor. Así que no, no es azul. Pero es impresionante en cualquier caso.


Hace un par de semanas hice algo bastante friki. Nunca he pensado que lo sea (friki), aunque tengo mis manías y mis rarezas, como todo el mundo. Que no se pueden comer palomitas hasta que empieza la película, y poco más… Pero fue uno de esos impulsos que una se puede permitir seguir. Y como cada vez son menos… pues allá que fui.

Días antes había podido compensar con creces el desastre de la noche de las Perseidas (entre otras cosas, por culpa de las malditas nubes) y después de experimentar una noche espectacular bajo las estrellas, sentí la necesidad de volver al monte, acompañada esta vez por mi Mac y escribir lo que saliera. Un contexto inigualable para la inspiración, aunque describir este cielo en una noche de Luna casi nueva no era el objetivo. Entre otras cosas, porque es complicado, muy complicado. Sin farolas molestando, sin la Luna robándole el protagonismo a las estrellas. Una simplemente se queda sin palabras.

Pensé muchas cosas aquella noche. Entre otras, que un cielo así debió inspirar parte de la letra de “Canta por mí”. Yo no fui capaz de escribir algo tan maravilloso. Pero sí dejé un poquito de aquellas sensaciones en un documento, parte de otro mucho mayor, que verá la luz cuando sea el momento (todo lo contrario a una lectura de masas, sólo tiene una destinataria).

Esa noche sólo vi una estrella fugaz. Fue pequeñita, así que pedí un deseo asequible, cercano y medible. Hoy he sabido que hay menos opciones de que se cumpla, pero tal vez las estrellas sepan cuándo no estás formulando los deseos adecuados.

Como siempre me planteo el sentido de todo, me pregunté porqué se piden deseos a las estrellas fugaces y me puse a googlear. Parece que en las civilizaciones antiguas se pensaba que cada estrella era el alma de una persona. Me gusta esa teoría. No la conocía y como soy romántica-simbólica contra razón y experiencia, la compro. Partiendo de esa premisa, una estrella fugaz venía a dar alma a un bebé: el astro estaba viajando para llegar a caer en el lugar donde el niño nacía (y hago un paréntesis… pienso yo… ¿no vendrá de esa creencia ancestral la historia que construyó el catolicismo sobre los Reyes Magos? Si al final dogmas, mitologías y leyendas varias de las más diversas culturas y épocas suelen tener elementos sospechosamente parecidos). De vuelta a la estrella fugaz, al verla, se pedían entonces buenos deseos para esa vida que estaba a punto de comenzar.

Como muchas otras supersticiones, se ha perdido el origen. Puede que la historia haga aguas por todos lados o plantee preguntas para el debate místico (si el alma estaba en el cielo, y era de una persona... ¿significa que al nacer el bebé y "volar" el alma hasta él, en realidad estamos hablando de una reencarnación?) Y además es erróneo desde un punto de vista científico, porque las estrellas fugaces no son estrellas, sino meteoros o meteoroides que se queman al entrar en contacto con la atmósfera y dejan una estela al hacerlo (si esto no es así y hay por ahí alguien más experto en astronomía que yo, lo cual es fácil, se aceptan matices o correcciones).

Lo de pedir deseos a las estrellas es una de esas cosas que hacemos aunque no sepamos para qué sirven, ni por qué lo hacemos. El caso es que el hecho de mirar a las estrellas no nos deja indiferentes. Nos traslada hacia todo aquello que no somos capaces de abarcar, nos invita a plantearnos la existencia, nos ayuda a soñar.

Si supiera más de programación neurolingüística lo sabría explicar mejor… Cuando soñamos y pedimos un deseo, en algún punto de nuestro interior estamos queriendo creer que puede hacerse realidad. Eso, muchas veces, es suficiente para que empiece a ser posible. Puede que no consigamos exactamente lo que buscábamos al principio, pero sin duda, simplemente esa actitud nos lleva a descubrir algo que merece la pena.

Es como hoy… salí sabiendo que la Luna no sería azul. Pero ese “si tal vez lo fuera…” me movió. El escepticismo me hubiera privado de una maravillosa Luna Llena, de las más bonitas que he visto nunca.


PD: Aquí dejo el tráiler de una pequeña obra de arte. Una leyenda moderna. No lo he encontrado en la versión completa, pero si vais a ver Brave (lo recomiendo, aunque no tengáis niños), llegad pronto y no os perdáis el corto que la precede: La Luna 

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